El sueño de Juan Carlos
“Me uní a la ocupación para que no se me hiciera pedazos un sueño”, dice Juan Carlos Silva. “Un sueño lindo que se estaba escapando, que se estaba rompiendo”.
Cortador de caña desde hace 25 años y padre de 11 hijos, Silva es uno de los tantos trabajadores rurales de Bella Unión que se entusiasmaron y entrevieron un futuro mejor cuando el presidente Tabaré Vázquez anunció que les entregaría tierra, tierra para trabajar, para producir, para criar bien a los gurises, para construir una vida digna. Pero más de dos años después la promesa del presidente no se había cumplido y las esperanzas se cargaron de sombras. “Fue un golpe duro”, dice Silva y cuenta:
“Cuando el señor presidente vino a la plaza y dijo que iba a dar tierra, yo empecé a soñar. Empecé a soñar con una colonia de trabajadores, una colonia unida y productiva, con viviendas para la familia, con policlínica, con escuela, con una placita para los chiquilines y todo. En eso pensamos yo y mi compañera, que también está en la caña y me ayuda. Pensamos en que las cosas iban a cambiar, que por fin, después de tanto rompernos el lomo, íbamos a mejorar, a tener otra vida, una vida mejor. Ese fue el sueño, nuestro sueño. Pero la tierra no llegaba. Todo se iba demorando y la tierra que había prometido el presidente no llegaba, no llegaba nunca. Te decían que mañana, que pasado, pero no llegaba, no llegaba nunca. Entonces vi que el sueño se iba a romper, se iba a quebrar, se iba a hacer añicos, se iba a deshacer en pedacitos. Y si se rompía, si se deshacía, no íbamos a poder juntar los pedacitos, no iba a quedar nada, nada. Y yo y todos los compañeros vimos clarito que para evitar que el sueño se rompiera, para hacerlo realidad, teníamos que juntarnos y empujar, luchar y empujar, porque sólo así se consiguen las cosas. Sólo luchando se realizan los sueños. Y eso fue lo que hicimos. Nos metimos en la tierra por eso. Y seguiremos peleando por eso, por nuestro sueño”.
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